miércoles, 11 de febrero de 2009

EL FUTURO YA ES PRESENTE

Y EL MUNDO NO TERMINA DE MEJORAR



Se puede vivir de muchos modos pero hay modos que no dejan vivir.
Fernando Savater


Basta recorrer las calles céntricas de cualquier ciudad; mirar la televisión; escuchar la radio; leer algún periódico; atender algún discurso o tan sólo observar a algún pequeño, que ausente de este mundo, “dialoga, pelea y festeja” con su nintendo personal, para darnos cuenta que el ajetreo individual y colectivo se debe a la dinámica que implica habitar en esta nuestra aldea global. Una aldea que al mismo tiempo nos aisla y nos exige cierto desarrollo y desempeño individual que nos enfrenta con otro individuo, debido a la terrible condición de la competencia y la productividad.
De igual manera todos preocupados y ocupados por las finanzas, las modas, ideologías, luchas, y menos atraídos por el asunto de los valores y la espiritualidad. A pesar de los esfuerzos actuales de las políticas públicas y la inclusión de dichos temas en la agenda de la Educación en nuestro país, que parece ya, un tema pasado de moda y que en la práctica se convierte en un discurso mercadológico más que en una realidad.
Para ello este documento pretende reunir ciertos planteamientos respecto al asunto de la ética, la educación, la investigación y la comprensión. Temas de los que nos debemos ocupar quienes nos plantamos frente a un grupo de escolares. Planteando de inicio, algunos antecedentes que se supone son las bases de un mundo “futuro” mejor, culminando con el impacto que sostiene en diversos ámbitos del actuar individual.
ANTECEDENTES

Desde que el hombre (y la mujer) aparecieron en la faz de la tierra y una vez reunidos como un grupo de individuos, que además demostraron haber superado, en varios sentidos, a la especie animal; tuvo que ocuparse de generar formas de organización que contribuyeran en una adecuada distribución de las ganancias, ya fueran alimentos, semillas, productos o su forma más acabada: monedas.

Las teorías

Sea como se conciba la aparición del hombre: por la divinidad o la cientificidad, lo cierto es que en ambos casos, el pecado original nos ha condenado y condicionado de forma tal, que al día de hoy continuamos en la búsqueda de los valores perdidos. Pérdida que resultó del pecado cometido. Nos ha condenado la idea intrínseca del hombre de querer sacar ventaja del ser humano que se tiene enfrente. Eva desobedeció ante la seducción que implicaba el hecho de ser mejor que el creador y en su momento, el hombre venido del mono, se percató de que haber erguido el cuerpo le implicó mirar por encima de otros y obtener mejores ventajas del medio en el que vivía.
El hecho de buscar el sustento para sobrevivir, ha significado desde siempre, colegiarse par eficientar el trabajo; en grupos, en tribus, en colonias, en asociaciones, en firmas, consorcios, etc. El caso es distribuir el trabajo, para cazar, sembrar, maquilar, distribuir, así al inicio de la historia, el hombre se percató de que no sólo se producía para subsistir y satisfacer necesidades básicas, sino que había un excedente que no podía quedarse a la deriva. En este momento, la razón y la conciencia, se congregan para poder tomar la mejor decisión. Toma de decisiones un concepto tan antiguo pero tan vigente. Desde los filósofos griegos hasta los teóricos más modernos se han ocupado de la disyuntiva que representa el quehacer del ser humano.

La disyuntiva
Una decisión implica optar por una mejor alternativa; se da una dicotomía entre lo “bueno y lo malo”; “la ventaja y desventaja”; “lo más o lo menos”; etc. Es así como desde siempre se han planteado caminos a elegir que sea por cuestiones religiosas o por costumbres en una sociedad determinada, el ser humano tiene que optar por un camino: “el bueno” o “el malo”. El Cristianismo fungió entonces, como un catalizador de conciencias que en realidad y hasta el día de hoy sirve de guía, un regulador del caos y el desorden; aunque desde la época de los griegos se explicaba el comportamiento del ser humano, a partir de perspectivas diversas tales como el destino, el cosmos, los dioses, etc. Lo cierto es que el fin último y la búsqueda del ser humano son hacia la felicidad.

La felicidad como concepto es como un estado inalcanzable para muchos y que por ello son capaces, en algunos casos, de pasar por encima de otro ser humano. Una felicidad que de acuerdo con la filosofía aristotélica supone tres tipos: la de los placeres y diversiones; la del ciudadano libre y responsable; y la de la vida del filósofo e investigador. (Gaarder, 2004). Por lo tanto ¿tendríamos la disyuntiva entre un tipo y otro? La respuesta es no, Aristóteles sostiene que las tres deben coexistir en el ser humano paraqué éste pueda ser feliz. El problema desde luego se presenta cuando la balanza se inclina más hacia alguno de los lados, por lo que él mismo refiere lo que para muchos nos resulta lo utópico y lo ideal: el justo medio.

Es así como se dan los preceptos de la ética como una forma de regular y de guiar el comportamiento humano en lo individual y en lo social. Un concepto que debe regir nuestras vidas, tal como lo menciona la Doctora Sara Galván, los valores como sustento para un mundo mejor.

¿QUÉ NO HABITAMOS UN MUNDO MEJOR?

Se supone, de acuerdo con Morin (1999) que deberíamos de estar en la víspera de gozar las virtudes de una humanidad centrada en la comprensión hacia los demás y siendo parte de una “comunidad planetaria”, o por lo menos hace diez años sus planteamientos esperanzaban los lineamientos de una educación del futuro, a través de “siete saberes” fundamentales. El asunto es que no veo, por ningún lado, rasgo alguno de tolerancia, empatía y mucho menos interiorización para convivir con los demás. A excepción claro, de los días de domingo en los que miles de feligreses mexicanos, hijos de nuestra madre Guadalupe (con todo respeto) sumisos respetamos, lo más posible, las formas y las costumbres, después de reconocer, a través del auto examen la conciencia de hermandad.

Una hermandad compuesta de seres humanos que se supone trasciendan fronteras, ideologías, diferencias culturales; asumiéndose como una sola especie capaz de solidarizarse bajo el principio de hospitalidad universal, según Kant. Una hermandad que desde luego tendrá que emerger de algún lugar, tendrá que tener un principio, no basta el hecho de nacer biológicamente hablando, sino nacer en todos los sentidos. Quizá también valga la posibilidad de renacer; bajo los esquemas de la moral y la ética que desde siempre ha sido objeto de discusión durante el desarrollo de los hombres. ¿Pero de quién es responsabilidad fomentar un comportamiento moral y ético?

La casa, la escuela, lo ético y lo moral

Vivimos en una sociedad en la que las mentiras, los embustes, la corrupción, las apariencias, rigen el comportamiento de los hombres, desde la práctica cotidiana de “la mordida” en cualquier oficina de gobierno, hasta las cifras maquilladas por parte de las instituciones; los productos que se venden y compiten en los medios aparentan beneficios que nunca se cumplen. Entonces, ¿quién propicia todo esto?, ¿el régimen económico, las personas involucradas, o las políticas institucionales que obligan?

Dicen que “árbol que crece torcido nunca su rama endereza” o de acuerdo con los “filósofos de la naturaleza” todo lo define el destino de cada ser humano, para ello consultaban al oráculo quien predecía el futuro. Sin embrago, y de acuerdo con Savater (1999) tendríamos que definir los conceptos para acercarnos a una posible respuesta.

«Moral» es el conjunto de comportamientos y normas que tú, yo y algunos de quienes nos rodean solemos aceptar como válidos; «ética» es la reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la comparación con otras «morales»que tienen personas diferentes.

Por lo tanto el asunto de la reflexión en nuestro actuar es de suma importancia, no basta con lo apre-hendido, se requiere de una carga fuerte de empatía por las ideas y las acciones que norman a determinada sociedad, o en su caso a este planeta. Adicionalmente las razones y los motivos dan pie a la conducta en uno u otro sentido. Del exterior nos condicionan ciertas órdenes y costumbres; del interior nos motivan los caprichos. Los primeros, la mayoría de las veces, se obedecen por miedo atentando a los principios básicos de la democracia. Dado que las órdenes no necesariamente son buenas, la reflexión es imperativa para reconocer la lo que es y no es conveniente. Por lo tanto, para gozar de felicidad y de la plena libertad tenemos que crecer como individuos libres y felices, suministrando tal enseñanza desde el seno familiar y su complemento en el ámbito escolar, en ambos casos y coincidiendo con Savater (1999) el objetivo debe ser el siguiente:

1. Crear personas capaces de autonomía, de iniciativa propia, de responsabilizarse para bien o para mal de lo que hacen.
2. Formar personas capaces de cooperar con los demás.
3. Participar de lo público
Con ello, el tema de la democracia se fortalece si consideramos que la autonomía, cooperación y participación suponen una fuerte carga de comprensión hacia los demás en todas sus dimensiones; supone el diálogo para cuestionar y refutar a uno mismo y al comportamiento del ser humano tan complejo; supone también la apertura hacia las ideas de los otros dando pie a la tolerancia (Morín, 1999).
ÉTICA AL DOS POR UNO
Ojalá se pudiera vender estas ideas como quien acude a las ofertas del día. De acuerdo con las teorías relacionadas con la mercadotecnia un planteamiento innovador surge a partir de un proveedor y sus posibilidades tecnológicas o a partir de la demanda, es decir de la necesidad del mercado. ¿Será que la sociedad requiere de renovar y aplicar las ideas antes desarrolladas?, ¿El ser humano en verdad quiere y fomenta un mundo mejor, con mejores hombres y mujeres? Requerimos quizá de un estudio de mercado, sin embargo van estas propuestas que se demanden o no, pretenden sujetarse del espacio, ojala que menos del tiempo, para reactivar algún motor.
A la hora del trabajo
No obstante de la posible carencia de la demanda de la sociedad (poniéndonos pesimistas), los proveedores de educación tenemos que ofertar nuestro producto con las posibilidades que tenemos y que por cierto son muchas.
a) Ser congruente para ser ejemplo
No basta con el hecho de ser repetidores de conocimientos, ser profesor implica una actitud, así que entre lo que decimos y lo que hacemos debe existir una correspondencia ineludible. En este sentido la moral y los valores, la ética no son la excepción; nuestros chicos en clase tienen que ver en cada una de nuestras acciones un ejemplo de buen juicio. No se trata de ser perfectos sino más bien perfectibles en la idea de una permanente reflexión de nuestro andar. Probablemente esta idea atente con nuestra popularidad pues generalmente la razón encaminada implica cierta animadversión por parte de los alumnos en clase.
“…uno tiene que aceptar el ser antipático, porque uno representa para los hijos y los jóvenes algo muy antipático que es el tiempo, la necesidad, la tradición, y de alguna forma el hecho de que nadie viene al mundo a iniciarlo, sino a soportarlo, y si acaso, a intentar mejorarlo, si puede. (Savater,1999)
b) Ser prudente
La prudencia va de la mano con esta idea de ser perfectible, pues la experiencia adquirida nos da la posibilidad de tomar mejores decisiones en el futuro inmediato. Para ello se debe tomar todo el tiempo necesario en pos de una mejor elección dentro de las alternativas posibles.
Hogar dulce hogar
Si bien es cierto que en casa debiera de haber una fuerte demanda de valores, lo cierto es que muchas veces nos tropezamos con la mirada atónita de un pequeño que se asombra del mal comportamiento del padre; ellos cuestionan permanentemente y nos obligan, pues es en casa de donde ellos se llevan el mayor ejemplo. La congruencia en este sentido también es necesaria para no hacer lo que no queremos que nuestros hijos reproduzcan.
Es muy difícil competir con los medios masivos de comunicación, aliados de los hijos y de la familia. Fuerte es el bombardeo para conseguir lo objetivos personales sin mirar las consecuencias que con nuestros actos pueden recaer en alguien más. No es fácil luchar con las prácticas de un sueño americano, o con la idea de que es mejor el que más tiene y de que es normal ver la agresión en las calles y que convive con nosotros por las noches mediante el noticiero. Ante esto tendremos que silenciar el televisor y fomentar el diálogo con los de casa, discutir, analizar, proponer para una vez fuera de nuestro entorno familiar tengamos defensas contra el virus de la indiferencia, la intolerancia y la incomprensión.
El padre y el maestro investigador
El ámbito profesional y familiar son mancuerna insoslayable pues el investigador necesariamente tendrá que tener un vínculo familiar y en ese sentido la congruencia tendrá que prevalecer en cada una de las áreas de desempeño. La comodidad es una de las ventajas del desarrollo de las nuevas tecnologías, pues nos permite reducir tiempos, pero sobretodo nos abre una variedad amplísima de fuentes de información, aunque desafortunadamente la comodidad extrema se presenta ante la seducción que representa poder pasar ideas de otros como propias a lo que Soriano (1992), denomina “un acto de deshonestidad intelectual”.
Lo propio es ser congruentes, reitero, lo que hago en el plano familiar e individual necesariamente tendrá que relacionarse con el quehacer profesional y por supuesto con lo que implica pues considero que la practica investigadora es necesaria no sólo para quienes se dedican a ello como forma de vida, sino par quienes estamos frente a grupo, no se puede concebir un proceso de enseñanza-aprendizaje sin la búsqueda permanente de conocimiento. Por ello es necesario dar crédito a quien crédito merece.
Si suponemos que el hombre tiene por default la posibilidad de discernir para poder tomar decisiones (volvemos al tema del “paraíso terrenal”), entonces requerimos de aplicarnos, como individuos, en esta tarea. No es cierto que somos así porque el destino o porque las autoridades corruptas no te dejan otro camino, somos “mal pensados”, “incomprensivos”, “intolerantes”, “etnocéntricos”, ”egocéntricos” porque así lo hemos decidido. Por ello resulta inminente una formación cimentada en valores, a través de la moral (no falsa moral dominguera) y de la ética proporcionada por los padres en casa. No obstante tenemos que reconocer primeramente que antes de padres fuimos hijos y así sucesivamente; lo cual quiere decir que el trabajo es puramente individual para luego impactar en beneficio del grupo social al que pertenecemos y comportarnos así como verdaderos ciudadanos terrestres.
En todo caso la moral y la ética no se suministran como una inyección contra el cáncer social, se fomenta, se practica y se asume como una constante actividad reflexiva de los haceres y de nuestro comportamiento. Es una terea constante y compartida, se trata de todos los días tomar las mejores decisiones, sea cual fuere el móvil que rija nuestra moral, Lichtenberg (cit. En Savater, 1999) nos propone los siguientes:
«1) El filosófico: haz el bien por el bien mismo, por respeto a la ley.
«2) El religioso: hazlo porque es la voluntad de Dios, por amor a Dios.
«3) El humano: hazlo porque tu bienestar lo requiere, por amor propio.
«4) El político: Hazlo porque lo requiere la prosperidad de la sociedad de la que formas parte, por amor a la sociedad y por consideración a ti»

El asunto es elegir todos o alguno pero siempre elegir, tener voz, dejar de ser sumisos y romper con lo irracional.


REFERENCIAS

Gaardner, Jostein. (2004). El mundo de Sofia. México: Editorial Patria.
Morín, Edgar . (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO
Rojas Soriano, Raúl. (1992). Formación de investigadores educativos. México: Editorial Plaza y Valdés.
Savater, Fernando (1999). Acto de conferimiento del Doctorado Honoris CausaRecuperado el 4 de Febrero de 2009 de
http://www.analitica.com/BITBLIO/savater/education_etica.asp
Savater, Fernando. Ética para Amador
Recuperado el 1 de Febrero de 2009 de
http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/proyectos/entresyn_prim07/etapas/Fernando%20Savater%20-%20Etica%20para%20Amador.pdf

No hay comentarios: